Jaque a la democracia americana: ¿Quién está detrás del asalto al Capitolio de los Estados Unidos?

Por Juan Manuel Cabrera

El Capitolio de los Estados Unidos es para el sistema político y para el pueblo norteamericano  mucho más que la sede del poder legislativo. Ese edificio que se eleva en el cielo de Washington DC es un símbolo de los valores que los estadounidenses alardean representar: la República y la Democracia. Es por esto que los hechos ocurridos el 6 de enero de 2021 revisten una enorme importancia histórica.

Desde la ficción, en varias ocasiones, se han ilustrado ataques hacia las principales sedes políticas de los Estados Unidos, con múltiples villanos como protagonistas: desde crueles enemigos extranjeros (en Olympus Has Fallen) u oscuras organizaciones terroristas (en White House Down o en las series Jericho y Designated Survivor) hasta zombis (Zombieland), invasiones extraterrestres (Independence Day) o grandes desastres naturales (2012). Pero ni siquiera el más imaginativo guionista de Hollywood pudo (o quiso) imaginar un escenario como el que ocurrió en los primeros días de enero, con cientos de ciudadanos estadounidenses, alentados por un presidente en funciones, tomando por asalto los recintos de los congresistas y las cámaras legislativas.

En este artículo veremos quienes han sido algunos de los protagonistas detrás de este hecho de características históricas para los Estados Unidos.

Las fuerzas de choque de Trump: la Alt-right, desde QAnon hasta los Proud Boys

La victoria del multimillonario Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016 produjo un shock en el sistema político de ese país. Entre los muchos efectos que tuvo, uno de los más destacables fue el hecho de que un sector de la derecha estadounidense, la denominada “derecha alternativa” o “Alt-right”, encontró un referente político en la Casa Blanca, que reproducía su pensamiento y acogía sus demandas.

Pero es importante preguntarnos: ¿qué es esta nueva extrema derecha? La prensa estadounidense ha creado un relato sobre un movimiento político racista blanco protagonizado por una serie de figuras mediáticas, que pretende iniciar una guerra cultural contra las minorías raciales, el feminismo y las mujeres, así como con la izquierda en general. Sin duda esto es lo que caracteriza a la alt-right (Reguera, 2017). Sin embargo, es necesario agregar a esta definición otros componentes que la diferencian de otros movimientos. Sin bien la alt-right comparte ideales y símbolos en común con otros grupos de extrema derecha, tiene orígenes muy diferentes, propios del siglo XXI.

El grupo generacional en el cual está asentado es el de los jóvenes varones blancos. Esto los diferencia, por ejemplo, del Tea Party, otro movimiento de derecha pero cuyos miembros son por lo general baby boomers (es decir, pertenecientes a la generación nacida entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la de Vietnam).

A comienzos de la década del 2010, el panorama laboral para los jóvenes estadounidenses no era muy prometedor. La crisis financiera de 2008 dejó en la economía norteamericana un escenario de gran desocupación, en el cual los grupos de la población que antes se habían beneficiado con el Estado de bienestar y la industria pesada fordista sufrieron los principales efectos negativos. Treinta años de políticas neoliberales llevaron a un desmantelamiento del tejido industrial estadounidense, lo cual se combinó con sistemas educativos y sanitarios muy excluyentes para los segmentos más pobres de la sociedad.

Para esta generación de jóvenes blancos con trabajos muy precarios y con una educación de bajo nivel, el internet sirvió como un lugar para confluir sus demandas. Al igual que ocurriera con otros movimientos de diversa ideología y origen, como Occupy Wall Street, el 15-M español o la “primavera árabe”, las redes sociales les permitieron a diversos individuos, disgustados con su realidad cotidiana y enojados con el establishment, entrar en contacto, compartir sus ideas y organizarse. Es así que a través de foros como las páginas 4chan, 8chan, /Pol/ o Reddit, entre otras, formaron una subcultura de intercambio de ideas, debates y humor virtual. Ninguna de esta páginas era de extrema derecha (ni políticas en ningún sentido), sino simples foros de internet y páginas donde compartir gifs y memes. De esta manera, y con un cierto “apoliticismo” de origen, estos jóvenes comenzaron a compartir sus experiencias y rabia con altas dosis de humor donde predominaba el machismo, el racismo y la homofobia. El medio principal de protesta era el meme (Reguera, 2017).

Este contexto, en el cual el discurso racista, homofóbico y xenófobo de estos jóvenes se veía radicalizado, es el que da origen a la “derecha alternativa” o alt-right. Dentro de esta a su vez tenemos una gran variedad de movimientos y organizaciones. Para este artículo destacaremos dos: QAnon y los Proud Boys.

El primero nace con un conjunto de teorías conspiranoicas. Su nombre hace referencia a dos ideas: la “Q” es la letra que designa el máximo nivel de acceso a información clasificada del Departamento de Energía de Estados Unidos. Pero nadie sabe quién es Q. Como sus seguidores operan en la sombra y actúan tras el anonimato, a la Q le han sumado “Anon”, abreviatura de anónimo. QAnon surge a finales de 2017 cuando empieza a ser utilizado por la ultraderecha en los foros 4chan y 8chan. La misión de QAnon es clara: acabar con un proyecto diabólico dirigido por una supuesta élite pedófila mundial, formada, entre otros, por George Soros, los Rothschild y Angela Merkel (que según QAnon es la nieta de Adolf Hitler). En la malévola red militan también destacados demócratas, actores de Hollywood e incluso el papa Francisco. La tarea principal de esta red, además de destruir la civilización judeocristiana para imponer un Nuevo Orden Mundial, es traficar con niños, que son violados y asesinados en ceremonias secretas (Monge, 2020).

Según esta teoría, Trump tendría la misión de enfrentarse a este “deep state” (estado profundo) y acabar con esa élite pedófila. Esta creencia, ha llevado a que muchos seguidores de Trump lo apoyaran de forma incondicional y que varios protagonizaran hechos violentos, como varios tiroteos y masacres. Es más, durante toda la campaña presidencial de Trump pudieron verse cientos de carteles con la letra Q o apoyando esta teoría conspirativa.

La gran importancia que ha tomado QAnon se puede ver en que uno de los principales protagonistas del asalto al Capitolio tomó fama a la sombra de esta teoría conspirativa. Estamos hablando de Jake Angeli. Este personaje, también conocido como “QShaman”, y que en su canal de YouTube se hace llamar “Yellowstone Wolf”, fue uno de los cabecillas del asalto al Capitolio, ingresando disfrazado de bisonte, con un gorro con cuernos y mostrando varios de sus tatuajes. Tras entrar en el edificio federal y alcanzar el Senado con sus compañeros, presidió momentáneamente la Cámara Alta, lo cual se convirtió en una de las históricas imágenes que quedarán del asalto al Congreso estadounidense. Desde su Arizona natal, Angeli se convirtió en uno de los abanderados de QAnon y de la alt-right, aunque afirma que su deber es “informar” a la comunidad de los diferentes escándalos que supuestamente esconde el Partido Demócrata, como la trata de personas, la injerencia en el Gobierno estadounidense, o el fraude electoral en contra de Trump (EFE, 2021). 

Jake Angeli, quién se hizo famoso como QShaman.

Otro de los grupos que se ha destacado por su apoyo a Trump, fueron los Proud Boys. Este grupo surge en 2016, durante la primera campaña presidencial de Trump. Estaba liderado en ese entonces por el activista de derecha canadiense-británico Gavin McInnes. Esta organización, que sólo acepta hombres y mantiene una retórica nacionalista, antimusulmana y misógina, ha crecido continuamente y participado en manifestaciones de extrema derecha, con sus distintivas camisetas negras y amarillas. Fueron parte de los disturbios que se desataron en Charlottesville en 2017, cuando un simpatizante neonazi arrolló con su vehículo una protesta antirracista, matando a una persona e hiriendo a 19.  Se describen como “chovinistas occidentales” que se aburrieron de pedir disculpas por “crear el mundo moderno”, pero descartan sus vínculos con el supremacismo blanco. Sin embargo, el FBI los clasifica como un “grupo extremista con vínculos con el nacionalismo blanco” (Laborde, 2020).

Su plataforma, tal como está disponible en su sitio web, incluye ideas trumpianas (“glorificar al empresario”, “cerrar la frontera”), libertarismo (“darles a todos un arma”) y roles de género tradicionales (“venerar al ama de casa”) (Wendling, 2020). No son exclusivamente blancos, llegando a aceptar a varios latinos en su organización, entre ellos su actual líder, Enrique Tarrio (DW, 2021). En los últimos dos años han protagonizado enfrentamientos en contra de Antifa en una serie de manifestaciones callejeras violentas, sobre todo en Oregón, Washington y Nueva York. (Wendling, 2020).

La derecha armada: el movimiento de las milicias en Estados Unidos

Relacionado con el crecimiento de los Proud Boys y de QAnon, las milicias armadas han entrado en auge en los Estados Unidos. Estos grupos paramilitares, aunque bastante heterogéneos, comparten algunos principios en común, desde la lucha contra la inmigración hasta un recelo hacia gobierno federal (al que muchos ven como su gran enemigo), pasando por una defensa a ultranza de los valores conservadores, la propiedad privada y la libre portación de armas.

Se estima que en Estados Unidos hay alrededor de 200 milicias compuestas por miles de civiles y militares retirados, aunque sus estructuras a menudo difusas y la falta de datos oficiales sobre estos grupos impiden tener una idea exacta de su tamaño.  (Lissardy, 2020).

Este movimiento tiene varios antecedentes aunque podrían destacarse dos. El primero, fue en el verano de 1992, cuando Randy Weaver, un neonazi de Idaho, acusado de poseer y vender armas ilegales, se atrincheró con su familia y sus compinches en una cabaña en Ruby Ridge. Cuando la policía fue a por él, se desencadenaron disparos. El enfrentamiento duró 11 días y acabó con varios muertos, entre ellos la esposa del acusado, derribada por un francotirador mientras sostenía a su bebé en brazos (Barro, 2016).

Pocos meses después de este hecho se produjo otro con características más trágicas. Se trata del asedio en Waco, Texas. Este se produjo en febrero de 1993, cuando la secta religiosa de los Davidianos, liderada por David Koresh, se enfrentó a la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego y Explosivos (ATF), cuando esta última se disponía a arrestar a Koresh por denuncias de abuso sexual y violaciones a la ley de armas. Esto derivó en un asedio prolongado al edificio de los Davidianos, que se extendería durante 51 días y finalizaría con el incendio del complejo en el cual murieron 76 personas, entre ellos varios niños (Barro, 2016).

Estos dos incidentes convencieron a los círculos ultraderechistas de que la Administración Clinton pretendía aplastar las diferencias ideológicas y desarmar a los ciudadanos. Rápidamente las milicias crecieron en número y en cantidad de miembros (hubo algunas que llegaron a tener, según sus cifras, hasta 50.000 miembros). Las mejor organizadas llegaron a operar con una clara estructura militar. Su peligrosidad creció a tal punto que uno de sus afines, Timothy McVeigh, colocó una bomba en Oklahoma City que mató a 168 personas en 1995, en lo que constituye el peor atentado terrorista en los Estados Unidos luego del 11-S (Barro, 2016).

El atentado de Oklahoma marcaría el declive del movimiento de las milicias, debido en parte a las leyes más restrictivas que empezaron a aplicar varios Estados y a una vigilancia más estricta por parte del Buró Federal de  Investigación (FBI). Sin embargo, con la llegada de Barack Obama a la presidencia en 2008, estos grupos volvieron a la actividad, sintiendo la llegada de un afroamericano demócrata a la Casa Blanca como una amenaza a sus principios.

Miembros de una milicia marchando en contra de las medidas de confinamiento enfrente del Capitolio de Lancing, Michigan.

Finalmente este movimiento se vio potenciado por la victoria de Trump en 2016. Fenómenos recientes como la pandemia de coronavirus, la pérdida de millones de empleos, una creciente crispación política y social junto a la proliferación de teorías conspirativas en las redes sociales han servido como caldo de cultivo de las milicias (Lissardy, 2020). A sus miembros se los pudo ver en las marchas en contra de las medidas de confinamiento, portando rifles de asalto, mientras repetían teorías conspiranoicas y consignas libertarias. Finalmente durante las protestas del “Black Lives Matter” estos grupos se movilizaron a favor de Trump y se dedicaron a patrullar las calles levantando el lema de “ley y orden” que el magnate se cansó de repetir en Twitter.

Conclusiones   

La Administración de Donald Trump finaliza dejando en crisis al sistema político norteamericano. La estrategia discursiva del magnate llevó, ya durante su primera campaña electoral, a un aumento de la polarización política dentro de la sociedad estadounidense, que se vio agravada por la pandemia de coronavirus y el asesinato de George Floyd en Minneapolis.

La administración de Joe Biden, que debía ser confirmada por el Congreso estadounidense el día en que se produjo el asalto de los partidarios de Trump, deberá lidiar con este escenario. Es poco probable que se pueda retornar hacia una situación pre-Trump por varias razones: el cuestionamiento a la clase política tradicional (de la que Biden es claro representante) está extendida por amplios sectores de la sociedad estadounidense; además, el hecho de que Trump aún hoy se niegue a reconocer el resultado de las elecciones que dieron a los demócratas la presidencia y el control de las dos cámaras legislativas, le quita legitimidad, a los ojos de un importante número de norteamericanos, al gobierno de Biden; finalmente es innegable que los efectos negativos de la crisis que deja la pandemia de coronavirus serán difíciles de mitigar en el corto plazo, lo cual aumentaría el descontento hacia la élite política por parte de la sociedad estadounidense.

A todo esto hay que sumarle la importante crisis interna del Partido Republicano, que tendrá que decidir si seguir manteniendo en su espacio a los sectores pro-Trump, o expulsarlos. Es evidente que hay una fractura entre Trump y sus partidarios y el establishment del partido, encabezado por la familia Bush.

Finalmente hay que recalcar que las fuerzas de extrema derecha que se han alineado detrás de Trump, difícilmente se desmovilicen  ahora que tienen un líder político que representa sus anhelos. Esta última cuestión no es menor, considerando lo peligrosos que son estos grupos, fuertemente armados, cada vez mejor organizados y que cuentan con una gran cantidad de ex militares y policías retirados en sus filas. Sin ir más lejos, una de las seguidoras de Trump asesinadas durante el asalto al Capitolio, Ashli Babbitt, era una veterana de la Fuerza Aérea estadounidense, que viajó desde California a defender la causa del magnate (Peiró, 2021; BBC News Mundo, 2021). Estos sectores ya tienen un líder político que los une y moviliza, y no se marginaran con facilidad de la lucha política.

Quizás la mejor manera de ilustrar esto último es con el mensaje que dejó uno de los asaltantes del Capitolio en el escritorio de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes e importante líder demócrata: “We will not back down” (“no vamos a retroceder”).


Referencias

Barro, A. (16 de enero de 2016). Las milicias extremistas que quieren derrocar al Gobierno de EEUU. El confidencial.

BBC News Mundo. (7 de enero de 2021). Asalto al Capitolio: qué se sabe de la mujer que murió de un disparo y de otros asaltantes del Congreso. BBC News Mundo.

EFE. (7 de enero de 2021). Cuando un miembro de Qanon disfrazado de bisonte presidió el Senado de EE.UU. EFE.

Laborde, A. (30 de septiembre de 2020). Proud Boys, el grupo de ultraderecha solo para chicos que Trump se negó a condenar. El País.

Lissardy, G. (21 de septiembre de 2020). Trump vs Biden: cómo está creciendo la presencia de milicias armadas en Estados Unidos y por qué son consideradas un peligro para las elecciones. BBC News Mundo.

Monge, Y. (16 de septiembre de 2020). La teoría de la conspiración que va camino del Capitolio. El País.

Peiró, P. (7 de enero de 2021). Ashli Babbitt: la veterana del Ejército y seguidora de Trump que acabó abatida en el Capitolio. El País.

Reguera, M. (2017). Alt Right: radiografía de la extrema derecha del futuro. CTXT, Contexto y Acción. Wendling, M. (30 de septiembre de 2020). US Election 2020: Who are the Proud Boys – and who are antifa? BBC.

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