Un Argentino en el Vaticano: 7 años del Papa Francisco

*Jorge Santiago Rojas

En febrero 2013 el mundo se despertaba con una sorpresa, la máxima autoridad de la Iglesia Católica en ese momento, Benedicto XVI renunciaba. Este hecho inusual llevó a la rápida organización de un nuevo cónclave para la elección del heredero de Pedro. Finalmente, el día 13 de Marzo la fumata dio color blanco y la Iglesia volvía a tener una nueva autoridad. Lo sorpresivo de esto fue que ese nuevo Papa sería un hombre venido de los confines del mundo, del continente Sudamericano. Ese hombre seria Jorge Mario Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires, quien penas asumió busco tener una imagen de hombre común, sencillo y austero. Renunció a muchos de los lujos que la iglesia le tiene reservado a la máxima autoridad como lo son las pomposas cruces de oro y las ropas finas. En vez de eso decidió no olvidarse de sus raíces y desde su primer discurso pidió que la gente rece por él. Bergoglio asumiría con el nombre de Papa Francisco en honor a San Francisco de Asís.

De esta manera se iniciaba un Papado que ha hecho historia hasta el momento y que aún continúa. Después del papado poco popular de Benedicto, este hombre asumió con el reto y la necesidad imperiosa por parte de la Iglesia de llevar a cabo reformas y mejorar su imagen frente a la comunidad internacional. Francisco, por medio de hechos, pero también en sus discursos, hizo hincapié en temas muy actuales y trascendentales para la humanidad como lo es la crisis de refugiados que asola a Europa, el cuidado por el medio ambiente y la exclusión de grades porciones de la humanidad, no solo económica, sino también social y cultural. Todo esto llevo a que la Iglesia cambie su perfil y su actitud frente a un mundo que demanda una nueva voz.

En estos 7 años, Francisco ha demostrado una vocación de destruir los muros que separan a los pueblos y suplantarlos por puentes. Desde que asumió ha visitado a muchas naciones a lo largo y ancho del mundo, desde Europa y América, pasando por Medio Oriente, hasta Asia y África. De esta manera por medio del discurso y la acción ha convocado a miles de personas de todo el mundo y ha recuperado el rol de la Iglesia en los asuntos mundiales. La agenda de Francisco se puede dividir en dos temáticas: el diálogo interreligioso y la intervención en conflictos regionales. En relación a la primera temática, Francisco convocó al diálogo, no solo con los cristianos, sino también con el mundo Judío y Musulmán. Luego de 1000 años se retomaron los contactos entre la Iglesia Católica Apostólica Romana y la Iglesia Ortodoxa concretándose mutuas visitas, y a la vez se reunió con el Patriarca Supremo Budista en Tailandia. En lo que se refiere a la segunda temática, el Papa Francisco ha estado presente en la solución de dos conflictos históricos del continente americano: La Pacificación en Colombia después de 30 años de violencia y guerra civil constante; y la distensión entre Cuba y Estados Unidos que finalizó con el establecimiento de relaciones diplomáticas tras 50 años de tensiones y amenazas cruzadas. En varias oportunidades ha expresado su preocupación por la situación de Venezuela y ha instado a las distintas partes a solucionar sus disputas por la vía del diálogo. No solo se ha preocupado por el continente americano, sino que también ha hecho mucho énfasis en los problemas existentes en Medio Oriente, pidiendo el fin de las confrontaciones en Siria, Libia, Yemen y en la disputa entre palestinos e israelíes por Jerusalén. En este conflicto ha instado a las partes a encontrar una solución negociada y a mantener el statu quo de Jerusalén como ciudad santa para los cristianos, musulmanes y judíos. Estas prácticas ponen de manifiesto que Francisco es un Papa que procura acercar la iglesia y la comunidad católica a todas las culturas del mundo y lograr la Paz en donde hay conflictos persistentes.

Además de sus acciones, desde lo discursivo Francisco también ha escrito dos grandes encíclicas intentando abordar problemáticas actuales del sistema internacional y de la humanidad en su conjunto,  Evangelli Gaudium y Laudato Si. En la primera (1) realiza una crítica al sistema económico actual, que él considera de exclusión y que gira en torno al Dios dinero, exponiendo cómo esta situación genera violencia e inequidad que hacen de este mundo un lugar insostenible por donde se lo mire. A su vez, advierte sobre el peligro del individualismo posmoderno y la globalización, fenómenos que trastocan todo vínculo interpersonal, desnaturalizando los cimientos de toda sociedad como lo son la familia y las relaciones en comunidad. En la segunda encíclica (2) Su Santidad habla del problema del que nadie habla pero que hace rato agobia a la humanidad y a la tierra: El peligro medio ambiental. Ahí invitó a la comunidad toda a realizar pequeños actos cada día para revertir la situación y  demandó a las autoridades de los países más desarrollados a buscar y acordar una efectiva solución, ya que se trata del cuidado del medio ambiente, que no es nada más y ni nada menos que la casa común. 

Dos Discursos, Centro y Periferia

En sus múltiples viajes por el mundo el Papa Francisco ha hablado claro  y conciso de estos y otros muchos temas, no quisiera pasar por alto aunque sea dos de sus discursos. Uno fue lanzado al mundo desde Washington, EE.UU, el centro del sistema mundial; y el otro, desde un lugar muy familiar para Bergoglio, la Periferia del mundo, pero en este caso desde Bolivia.

En  Septiembre del 2015, en la Cámara de los Representantes de los Estados Unidos,Francisco reivindicó el ejemplo de varios norteamericanos, entre ellos, a Abraham Lincoln por su lucha por la libertad, a Luther King por su lucha por la plenitud de derechos, a Dorothy Day por su lucha por la justicia y los oprimidos y remarcó la Fe de Merton como gestor del Diálogo. En base a estos 4 ejemplos Francisco llevó adelante un discurso donde se pronunció sobre varios temas., haciendo especial énfasis en las características del mundo actual, caracterizándolo como conflictivo, lleno de odio y atrocidades cometidas en nombre de Dios y de las religiones, llamando a “combatir la violencia perpetuada en nombre de una religión, una ideología o un sistema económico” y a proteger la libertad de las religiones, ideas y personas. A su vez hizo hincapié en un tema que era de principal preocupación tanto para él como para el mundo en general y los pueblos de Europa y Medio Oriente en particular, la crisis de los Refugiados. Declaró que el mundo “está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes” desde la segunda guerra mundial y remarcó la importancia de “no dejarse intimidar por los números, sino mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias” mientras se lucha para darle una respuesta “humana, justa y fraterna” acorde a los problemas. En consonancia con esto pidió evitar “la tentación moderna de descartar todo lo que moleste” y tratar “a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados”.

Luego habló de la lucha contra la pobreza y la exclusión y allí planteó la necesidad de combatirla “(…) en sus muchos frentes, especialmente en las causas que lo provocan” manifestando que la base de este trabajo se encuentra en la creación y distribución de la riqueza. Esto requiere de “el justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor” que son elementos indispensables de “una economía que busca ser moderna” pero “solidaria y sustentable”. En consonancia en lo que se refiere al medio ambiente hizo énfasis en lo dicho en la encíclica Laudato Si y expuso la necesidad de que alentar los “esfuerzos valientes y responsables” para evitar las consecuencias que surgen de la “degradación ambiental provocada por la actividad humana”.

Al final del discurso, al hablar de esfuerzos de Merton y de la Primera Guerra Mundial expresó: “es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible” a hacerlo, pues “cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo (…) se abren nuevos horizontes para todos”. Antes de cerrar su discurso se preguntó “¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infringir sufrimientos indecibles sobre los individuos y las sociedades? Y tristemente la respuesta es simplemente por el Dinero, un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente” por lo que “es nuestro deber acabar con el tráfico”. Es importante remarcar el espacio elegido por  Francisco para llevar a cabo estas reflexiones: el Congreso de Estados Unidos, país que más dinero gasta en armamentos y que en más conflictos bélicos se ha embarcado desde el fin de la Segunda Guerra, país donde se difunde la idea de libertad de portación de armas y donde el lobby de la sociedad del rifle ha jugado decididamente en varias elecciones presidenciales.

Otro discurso relevante, y a mi entender el más significativo por el contenido dado, fue en Bolivia. El mismo se expuso el 9 de Julio de 2015 en el cierre del Encuentro de Movimientos Sociales frente a miles de organizaciones campesinas, indígenas, sociales y barriales. En síntesis, delante de los excluidos del sistema actual.  Lo novedoso e inédito de este discurso radicó no solo en los temas que trató y al auditorio frente al cual expuso, sino lo que dijo y las palabras que empleó.

Inicia su discurso diciendo que quiere sumarse a la consigna enarbolada en dicho encuentro: las Famosas Tres T: Tierra, Techo y Trabajo. Desde su perspectiva, se tratan de “derechos sagrados” por lo que “vale la pena luchar por ellos”, incentivando a que “el clamor de los excluidos se escuchen en América Latina y en toda la Tierra” (4). Así inicia el discurso y luego continuó:

“¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o en la destrucción de la naturaleza? (…) Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. (…) Este sistema no se aguanta más, no lo aguantan más los campesinos, no lo aguantan más los trabajadores, no lo aguantan más las comunidades, no lo aguantan los pueblos… y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco” (…) Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia (…) requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia.”

Luego recalca que se está castigando a la tierra, a los pueblos y a las personas de manera salvaje, dado que “el servicio para el bien común queda relegado”. Esto se debe a que el Capital, el dinero, se vuelve un “ídolo y dirige las opciones de los seres humanos”. Cuando la avidez por el dinero define los sistemas socioeconómicos “arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye fraternidad interhumana, enfrenta pueblos contra pueblos (…)” y “pone en riesgo nuestra casa común”.

“¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? (…) Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» ¿De acuerdo? (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, Cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡NO SE ACHIQUEN!

Continuando con su discurso reivindicó la idea de “procesos de cambios”, dado que estos no se producen de un momento para el otro y que la clave está “en generar procesos y no por ocupar espacios”, puesto que los pueblos luchan diariamente “por un destino, por vivir con dignidad, por vivir bien dignamente”, siendo los movimientos sociales quienes luchan incansablemente contra las injusticias sociales. También reflexionó sobre lo imprescindible que es que “los pueblos y las organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente”. Aparte de pedirle más compromiso a los dirigentes sociales, que no tienen que alejarse de sus raíces, Francisco dijo que “la Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso” pero que “no esperen de este Papa una receta” puesto que ni el Papa ni la Iglesia tienen “el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones para los problemas sociales contemporáneos”.

Por ultimo le propuso a los movimientos sociales “tres grandes tareas”:

“La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero (…) Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza (…) donde el destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos

“La segunda tarea, es unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia. Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino (…) no quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados (…) Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia (…) El nuevo colonialismo adopta diversa fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres

Luego de estas palabras, en el medio de la segunda tarea, se produjo un hecho histórico. El Papa Francisco pidió perdón por los pecados cometidos en la época de la colonia en el continente americano. Esto generó una reacción muy positiva, pues era inédito para la historia de la humanidad que la institución  de la Iglesia reconozca y pida perdón por sus pecados, y más precisamente en el Estado Plurinacional de Bolivia, con su población mayoritariamente indígena.

 Finalmente terminó con la tercera tarea:

“Y la tercera tarea (…) es defender la Madre Tierra. La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante (…) No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, se sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación (…) Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir –pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas. Yo les pido, en nombre de Dios, que defiendan a la Madre Tierra”.

Conclusión

A lo largo de este recuento de hechos y discursos del Papa Francisco hemos podido ver a un hombre comprometido con los problemas del mundo actual. Un argentino que llegó a los centros de poder mundial y desde allí se ha expresado sobre los múltiples problemas del mal llamado “tercer mundo”. Vemos como en Estados Unidos reclamó terminar con la violencia, la venta de armas y hacerse cargo de las crisis de refugiados. En tanto que en Bolivia pidió perdón a los pueblos originarios por las atrocidades cometidas durante muchos años en nuestro continente, a la par que demandó terminar con las distintas formas de colonialismo, defendió el derecho a la libre determinación de los pueblos, demandó un cambio real y de estructuras en este sistema que no se aguanta más y habló de la función social de la propiedad.

El papado de Francisco ha cumplido 7 años, pero lo que está claro es que su legado perdurara durante mucho tiempo en los libros de historia, pero sobre todo en la conciencia y en los corazones de los distintos pueblos que han visto como una nueva voz se ha levantado desde el Vaticano para gritar en soledad por los problemas globales del mundo actual. Frente a esto Francisco reflexiona sobre la importancia de luchar siempre, sin contenerse, y más aún por los excluidos y pobres del mundo.

Bibliografia

1) Ver  “Evangelii Gaudium” : http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html

2)Ver  “Laudato Si” : http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

3)Ver  “El Historico Discurso del Papa Francisco en el Congreso de los Estados Unidos”: https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-da-discurso-al-congreso-de-estados-unidos-en-el-capitolio-86152

4)Ver  “Discurso del Papa en el encuentro con los movimientos populares en Bolivia” : https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-da-discurso-al-congreso-de-estados-unidos-en-el-capitolio-86152

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