Microchips: ¿una crisis global a pequeña escala?
Por Matias Koller Deuschle
Nuestra vida cotidiana está atravesada por la tecnología. A diario utilizamos nuestro celular, una computadora, un vehículo para transportarnos, varios electrodomésticos, entre otros aparatos que hacen mucho más sencillas nuestras tareas cotidianas.
No obstante, todos estos elementos cargan dentro de sí una puja geopolítica y económica global. Sí, dichas tensiones se encuentran dentro de estos artefactos, en un componente tecnológico que suele pasar desapercibido ante nuestros ojos: los microchips.
Así, en el siguiente artículo, buscaremos dar cuenta de qué son los microchips en primera instancia, para luego ver su relevancia en clave económica y geopolítica para finalmente, tratar de comprender porque este pequeño componente puede desencadenar una crisis a escala global.
¿De qué hablamos cuando hablamos de microchips?
Lo que conocemos como ‘microchip’ es un circuito integrado, es decir, una estructura de material semiconductor sobre la cual se fabrican circuitos electrónicos. Y aquí tenemos otro concepto clave para entender la cuestión, dónde radica la problemática, como son los ‘semiconductores’. Al referirnos a los semiconductores hacemos referencia a un material capaz de actuar como conductor eléctrico o como aislante eléctrico, siendo el silicio el semiconductor más frecuentemente utilizado.
Como nota de esto último, el famoso ‘Silicon Valley’ en Estados Unidos, donde están radicadas las principales compañías de base tecnológicas del mundo (y también, de las de mayor capitalización en general), hace referencia a la enorme cantidad de empresas que se valen de este semiconductor (el silicio).
Recapitulando, tanto ciudadanos como empresas en sus procesos productivos demandan enormes cantidades de microchips compuestos de un material semiconductor en dispositivos como computadoras de automóviles, teléfonos inteligentes, tablets, equipos médicos, electrodomésticos, videojuegos y más. Pero, ¿cómo se fabrican?
La fabricación de los microchips no es una tarea para nada sencilla, sino que por el contrario, se trata de un procedimiento sumamente complejo, que exige equipos robóticos de precisión a escala milimétrica, protocolos sumamente estrictos de limpieza y seguridad y una altísima barrera de entrada para las empresas que quieren meterse en este mundo. Tal es así que su fabricación ha despertado una doble tensión: económica y geopolítica.
Por un lado, las principales fábricas de circuitos integrados se encuentran en Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos. Durante el último año, la demanda de estos productos se ha disparado. Sin embargo, la oferta no ha logrado equiparar a tamaña demanda, generando grandes cuellos de botella globales en los procesos productivos en diversos sectores como el automotriz.
Por su parte, estos insumos se han vuelto clave para los diferentes Estados, no sólo en términos económicos, sino también geopolíticos. En un mundo signado por la creciente disputa entre dos grandes potencias como China y Estados Unidos, donde los avances tecnológicos son la primera línea de los enfrentamientos, la elaboración y la provisión de estos insumos resulta vital en la competencia entre Beijing y Washington para ponerse a la delantera en la carrera hacia la industrialización 4.0.
No obstante, la tensión geopolítica no solo se circunscribe a las dos mayores potencias del globo, sino que abarca también a ciertas naciones asiáticas. A modo de ejemplo, Corea del Sur es un gran proveedor de servicios tecnológicos, y los microchips no son la excepción. Sin embargo, el régimen comunista chino no tiene una buena relación con Seúl.
Por su parte, el caso que puede resultar más paradigmático es el de Taiwán. Cabe recordar que tras los enfrentamientos entre comunistas y nacionalistas en la década del ‘40 y la derrota de estos últimos, se crearon 2 estados chinos: la República de China, más conocida como Taiwán; y la República Popular China, a la que llamamos China. Desde 1949, cada uno de estos Estados se reconoce a sí mismo como la auténtica China, desconociendo a la otra. No obstante, las tensiones han ido in crescendo en los últimos meses con la avanzada del régimen de Xi Jinping hacia la Isla de Taiwán, lo que ha llevado a Estados Unidos a aumentar su presencia en el estrecho entre el continente y la isla de Taiwán.
¿Y qué tiene que ver la disputa entre las 2 Chinas con los semiconductores? Porque, como señalamos previamente, Taiwán es uno de los mayores proveedores de semiconductores, ante lo cual, la disputa geopolítica entre Beijing y Taipei tiene una causa más para seguir en aumento. Lo que, por su parte, contribuye a que Estados Unidos y sus aliados consideren a Taiwán como un actor clave que deba ser defendido frente a las ambiciones del régimen comunista.
Ante este panorama, donde causas geopolíticas y económicas se entrecruzan, es posible señalar que la industria de los semiconductores y los microchips será clave en el futuro cercano y con grandes repercusiones en el presente. Tanto por la fabricación de estos elementos, como la comercialización y el aprovisionamiento de las diferentes cadenas productivas a escala global estarán signadas en los próximos meses y años por esta dinámica, donde aún podemos ver un panorama incierto. No obstante, una cosa queda en claro: nuestras vidas cotidianas dependen mucho más de los microchips de lo que pensábamos, ya que todo es tecnológico.
Nota: para entender mejor la vinculación entre los actores que intervienen en el rubro de los semiconductores, véase la siguiente imagen: