Coronabonos, solidaridad y la Unión Europea. ¿Una película ya conocida?

Por Matías Koller

A nivel global, la pandemia COVID-19 está desatando una oleada de crisis en diferentes planos, desde lo sanitario, a lo económico y lo político en cada uno de los actores Estatales del mundo. Ante ello, cada Estado ha ido, o mejor dicho, está buscando aquellas alternativas convenientes para sortear la crisis con mayor dinamismo. Ante este panorama, quizás los policymakers que la tengan más difícil sean los miembros de la Unión Europea, dado que tienen que ponerse de acuerdo en dos planos, es decir, el nacional y el comunitario. Curiosamente, todos los Estados de la UE parecen haber decidido cuál es la única solución: la solidaridad. No obstante, aún falta mucho tiempo para allanar ese camino.

Un claro ejemplo donde la solidaridad es puesta a prueba son quizás los famosos ‘coronabonos’. Se tratan, en líneas generales, de una propuesta de emisión de deuda mutualizada entre los miembros de la UE, como mecanismo financiero para paliar los efectos nocivos de la pandemia. Para abordar esta cuestión, proponemos al lector convertirse por un momento en un espectador de una película sobre las vivencias de la Unión Europea, cuya última película se llama, precisamente, ‘La Unión Europea: el COVID-19 y los coronabonos’.

La película actual: La Unión Europea, COVID-19 y los coronabonos

La primera escena de la película parece, como señalamos, una pandemia global como no se veía hace mucho tiempo, azotando ciertos países de Europa con gran magnitud, concretamente, a Italia y España. Producto de esta grave situación que está causando estragos en los sistemas sanitarios – y productivos – de dichos países, ambos han presentado la idea de emitir un bono con sus pares de la Unión Europea.

La siguiente escena nos muestra cómo, mientras este enemigo invisible, sigue azotando los territorios de los países latinoeuropeos, otros Estados como Países Bajos, Alemania y Austria, con casos considerables de infectados pero menores, se oponen férreamente a mutualizar la deuda. ¿Por qué hacen esto? ¿Son también los malos de la película, junto al virus? Quizás, pero la respuesta en verdad está en la precuela de lo que hoy están viviendo los europeos.

La precuela: La Unión Europea y la Crisis Financiera de 2008.

Hace poco más de una década, mientras la Unión Europea estaba en un momento de esplendor producto de la ampliación y profundización de su proceso de integración, una fuerte crisis económica sacudió todo su andamiaje. La crisis financiera iniciada en 2008 fue el primer desafío de magnitud que han debido afrontar ‘internacionalmente’, donde algunos países salieron más favorecidos que otros.

Por un lado, España, Italia, Grecia y Portugal sufrieron duramente el golpe de la crisis desde sus inicios, lo que afectó severamente sus respectivas macroeconomías. Por el otro, Alemania pudo luego de un año de recesión (2009), sortear fácilmente los desafíos financieros. Ante este desacople entre países con economías sanas y maltrechas, la respuesta ‘comunitaria’ llegó desde Frankfurt, sede del Banco Central Europeo: austeridad. Esta situación complicó aún más la salida de los países mediterráneos de la profunda crisis, donde la ‘solidaridad’ comunitaria se presentó en términos de deuda y ajuste.

Desde entonces, Italia, y mucho después España, lograron salir de la crisis aunque sin haber aprendido la supuesta ‘lección’ brindada por la Unión Europea durante dicha crisis: sanear las cuentas, es decir, reducir el enorme déficit fiscal. Mientras que Alemania hizo lo suyo, teniendo superávit fiscal ininterrumpido desde 2012, u Holanda desde 2016, los mediterráneos dieron a entender que, supuestamente, habían aprendido dicha lección.

Sin embargo, pasaron los años y poco hicieron en verdad en pos de reducir su déficit. Total, no se veía venir una crisis económica de magnitud, hasta que llegó el COVID-19, por lo que debemos saltar nuevamente a la película actual.

Volvamos a la película actual

Si solo hubiéramos visto la película del 2020, pensaríamos que los malos son claramente dos: el virus y los países germanos. Sin embargo, al haber visto también la precuela, cambia un poco nuestro parecer. Así, los espectadores como nosotros nos comenzamos a preguntar: ¿Los españoles no son unos irresponsables? ¿Por qué un ciudadano de Rotterdam tiene que pagar la deuda para ayudar a un milanés? Quizás la respuesta a estas y otras preguntas se encuentren en una película muy vieja, en blanco y negro, que vendría a ser la precuela de ésta, la del 2008 y varias más.

Los orígenes de la saga: La creación de la Comunidad Económica Europea

Allá por la década del ’50, después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, los principales países de Europa Occidental decidieron comenzar a actuar de manera concertada y cooperar entre ellos. De tal iniciativa, nació en primera instancia la Comunidad Económica del Carbón y el Acero, seguida en 1959 por la Comunidad Económica Europea; ‘base’ de la actual Unión Europea. Allí, los principales dirigentes europeos, concretamente, de Francia, Bélgica, Luxemburgo y, casualmente, Alemania, Países Bajos e Italia decidieron que Europa debía basarse en la solidaridad. Así, parecía ser que la solidaridad iba a ser el espíritu de las tramas venideras europeas.

De nuevo en el 2020

¿Qué pasó con la solidaridad propuesta por los grandes líderes europeos en los ’50? ¿El director se olvidó mencionarla? La respuesta es no. Parece que los guionistas europeos han hecho un trabajo de tal calidad, al jugar con los espectadores y dejar el final abierto a elección de cada uno. Así, el espectador piensa y puede escoger: ¿los poco solidarios son los latinos? ¿O son los germanos? Claramente, la solidaridad está presente, o mejor dicho, ausente; pero por responsabilidad de un bando.

Aquellos que opten por pensar que los poco solidarios han sido los latinos, tienen razón. Ni Roma ni Madrid han sido lo suficientemente solidarios en términos de sanear sus cuentas durante todos estos años, algo esencial para los estándares de la Unión Europea. Además, la Unión Europea les está ayudando a través de una intensa cooperación sanitaria de médicos, camillas y equipamiento.

De todos modos, es más que válido que el espectador opine que los malos son los germanos. Berlín y Ámsterdam, con economías robustas, están librando a su suerte a sus pares, en momentos tan angustiantes. ¿Qué les puede hacer reducir un poco sus superávits?

Así termina esta imbricada película tragicómica: con dos bloques dentro de la misma comunidad, peleándose en momentos tan complicados para todos. Sin embargo, el brillante director ya tiene en mente la siguiente película, independientemente de los dos finales posibles y del malo que haya elegido cada espectador.

La secuela: La Unión Europea de la insolidaridad

Claramente, la falta de concertación política en un momento tan delicado perdurará más allá de la pandemia. El COVID-19 es la segunda película donde la solidaridad es puesta a prueba y no funciona de la manera esperada al interior de la Unión Europea, sino que por el contrario, genera más divisiones y tensiones. ¿Cuántas crisis más harán falta para que se active una verdadera y genuina solidaridad europea? O aún mejor: ¿Será posible en tiempos de tranquilidad y estabilidad consolidar un andamiaje fuerte y duradero sobre el que sustente al largo plazo la tan ansiada solidaridad? Son preguntas que aún quedan pendientes.

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