Re-definiendo esquemas y paradigmas de inserción internacional. El COVID-19 como catalizador político.

Por Emilio Pereyra Salvetti

Incidencias del COVID a nivel económico-social a nivel global:

El año 2020 es preso de una de las catástrofes sanitarias más grandes de la humanidad sin discriminación fronteriza: la proliferación pandémica del COVID-19. Entiéndase que, más allá de la catástrofe sanitaria, ha producido una “vuelta de tuerca” final al sistema internacional tal como lo conocíamos (desde lo sanitario, a lo político, lo social, lo económico, etc).

Brevemente, ¿qué consecuencias e incidencias produjo esta pandemia en el escenario global?

– Pérdida de vidas humanas.
– Proliferación del desempleo global.
– Caída brutal de los precios de commodities.
– Caída del comercio internacional.
– Caída de cotizaciones de valores en bolsa.
– Restricción externa al crédito.

¿Qué medidas (output) ha tomado la República Argentina frente a esta externalidad (input)?

Entender cuáles son las medidas llevadas a cabo por el Ejecutivo Nacional en respuesta al COVID-19, serán de vital importancia para entender porque creo que la Administración Fernández comenzó a esbozar un giro en política internacional que debe ser analizado y profundizado.

Desde principios de marzo hasta la fecha (mediados de mayo) se han detectado + 9000 casos, y registrado + 400 fallecimientos en nuestro país. Al proliferar los primeros focos, y como inmediata reacción, se decretó una cuarentena obligatoria a nivel nacional del 20 de marzo al 24 de mayo (hasta el 31 de marzo originalmente). A esto se le agrega un factor nodal: el restricto tránsito inter-nacional e intra-provincial de personas, reflejado en el cierre de fronteras para el ingreso de extranjeros, la paralización de las líneas aéreas, cierre de fronteras provinciales, etc.

La preocupación de la Administración Fernández por la potencial proliferación masiva del virus en nuestro país (frente a nuestro frágil sistema sanitario y las implicancias que esto podría llegar a tener frente a un brote masivo) la ha llevado a tomar decisiones, a nivel de salud pública, que viene al compás del cambio de paradigma que viene teniendo esta área desde comienzos de la gestión cuando se ascendió en materia de jerarquía ministerial a la Secretaria de Salud, apéndice del Ministerio de Desarrollo Social (desde 2018), a  Ministerio de Salud (nuevamente) a cargo del Doctor Ginés González García. Desde ya, esto representa un mayúsculo aumento en el presupuesto del área (que había sido mermado por la pasada administración en el insistente plan de recorte de gasto público sugerido por el Programa de Ajuste del FMI frente a la toma de un crédito Stand By, bajo la dirigencia de la Directora Christine Lagarde).

En términos generales, se pasa de esta forma, de una concepción de la salud pública basado en el ajuste y la “higienización” de la sociedad, a retomar una concepción humanista, social y centralizada de la misma. Se deja de tomar a la Salud como una variable de ajuste y pasa a ser la punta de lanza de re-valorización de los intereses nacionales.

Plan Estratégico de Respuesta Integrada al COVID-19

En concreto, el ejecutivo planteo el “Plan Estratégico de Respuesta Integrada al COVID-19”  que consiste básicamente en la administración del aislamiento en fases  —con la movilidad de la población como variable dependiente al desarrollo y desenvolvimiento del tiempo de duplicación de casos como variable independiente—. De esta forma, habríamos superado la fase de asilamiento restrictivo, de asilamiento administrado, de asilamiento por segmentación geográfica, y estaríamos transcurriendo la fase número 4 (y última) reapertura progresiva. Si el destino nos sonríe, para fin de mayo, deberíamos estar transcurriendo hacia una nueva normalidad de la sociedad toda.[1]

El cambio en la percepción del accionar del Estado en materia de cuidado sanitario, y la efectiva implementación reflejada en la contención del COVID-19 [2] no estuvo exenta de elogios en materia de Relaciones Internacionales. Maureen Birmingham, representante de la OMS en Argentina declaro que: “Argentina actuó muy oportunamente, no esperó a un disparo de casos. Hay tres objetivos grandes: salvar vidas, luego, proteger a los trabajadores, y bajar la transmisión”; por su parte Robert Valent coordinador de la ONU en la República Argentina declaro: “Argentina es vista como un faro respecto a qué hay que hacer. Se han tomado medidas transparentes y consensuadas. Partidos políticos y funcionarios de alto nivel, estrechándose para hacer frente a esta guerra (…)”. [3]

Dichas declaraciones se vieron reflejadas en la selección de la Argentina, por parte de la misma OMS, para realizar potenciales ensayos clínicos para la cura del agente viral.

Actividad de “Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación”: un brazo operador. [4]

Como no podría ser de otra manera, y por ser uno de los brazos operativos más importantes del poder ejecutivo a nivel internacional, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación, presidido por el Canciller Felipe Sola, no está exenta de la situación en tránsito y cumplido un rol fundamental en colaborar con determinados aspectos concernientes a la pandemia mundial.

Se podía dividir, sintéticamente, su accionar en estos casi 5 meses de gestión en dos partes:

1) Ante-COVID-19 (diciembre 2019-febrero 2020):
– Comunicados diplomáticos sobre ejes varios.
– Concertación en torno a la temática Mercosur- UE.
– Campaña Antártica de verano.
2) In-COVID-19:
– Cooperación con Aerolíneas Argentina y FFAA para la repatriación de argentinos varados en el exterior.
– Participación en la Cooperación con la República Popular China en materia sanitaria e insumos médicos.
– Participación en la concertación del G20 respecto a la creación de un “Fondo de Emergencia Humanitaria” para combatir la pandemia.
– Aplazamiento de todas las actividades de Cooperación Argentina.
– Iniciativa Argentina en la aprobación de un Fondo de Emergencia para combatir al COVID-19 como iniciativa del Mercosur, con un fondo inicial de 16 millones de U$S.
Abandono de las negociaciones en curso en materia comercial arancelaria vía Mercosur. “La Argentina dejó en claro que la incertidumbre internacional y la propia situación de nuestra economía aconsejan detener la marcha de esas negociaciones.”

¿Una pandemia política? El COVID golpea a un mundo en “descomposición”.

Como analizamos al principio, el surgimiento del Coronavirus desbarranco a absolutamente todo el sistema económico, social y sanitario de la esfera. No sin recordarnos en realidad, que solo vino a re-afirmar algo que ya sabíamos: el sistema político internacional tal como lo conocimos desde la caída del Muro de Berlín hasta por lo menos el año 2008 (con golpe de gracia en la asunción de Donald Trump en el año 2017), está absolutamente terminado.

Insistir en la persistencia de este esquema no sería más que negar que la suprema autoridad de Estados Unidos, conseguida con la victoria (enmarcada en el proceso de la Guerra Fría) a la URSS, finalizó. La supremacía unipolar de los Estados Unidos, hoy, no existe; ergo, su influencia liberal, tampoco.

En esencia: en un contexto internacional en descomposición política el COVID solo vino a recordar que los cimientos políticos que sirven de base al “sistema-mundo” son endebles y obsoletos.

¿Qué entiendo por descomposición política? Para el lector no especializado, quizás no sea de público conocimiento que la Crisis de 2008 perforó una súper-estructura ideológica, cultural, económica y social que posicionaba a la desregulación, la libertad de mercado, la especulación, la estrecha interdependencia globalizante y la descentralización de la producción como engranajes centrales del sistema, dando lugar a una crisis paradigmática de las ideas dominantes —debido a que la doctrina subyacente de las practica económica, quedaba invalidada—. En consecuencia, y en respuesta a dicha crisis (desde hace por lo menos 10 años), emerge una convulsión compulsiva de neo-proteccionismos y políticas públicas abocadas a la administración del comercio y las finanzas internacionales como tentativas soluciones a la serie de desequilibrios de un modelo global político que ya no puede (ni podía) responder a las nuevas e imperantes necesidades (entre ellas, necesidades sanitarias) y por lo tanto “agoniza”, es decir, se descompone en el devenir político.

Vamos a los hechos nuevamente, a veces no hay mejor explicación que unos ejemplos y es que no hay algo que justifique más las ideas esbozadas en estas líneas sobre la caducidad de este esquema, pergeñado a principios de la década de los ‘90, que el propio accionar de los EEUU y de las potencias hegemónicas en las últimos años recientes: “Desde la llegada de Trump a la presidencia como expresión orgánica del establishment productivo norteamericano, los EE. UU. se convierten en el principal impulsor de las políticas de relocalización de las industrias, demoliendo los cimientos del orden internacional precedente, ya que ahora, en vez de garantizar el libre flujo del intercambio mediante la OMC, han paralizado a esta institución, además de convertir a la otrora demonizada Administración del Comercio Exterior en un instrumento gravitante de su política económica. Asimismo, en cuanto a las áreas de libre comercio, no sólo se retiraron del pretendido Acuerdo Transpacífico, sino que dieron por tierra con el antiguo NAFTA (North América Free Trade Agreement)  estableciendo nuevos pactos con México y Canadá centrados en la modificación de condiciones perjudiciales para la industria manufacturera norteamericana, redefiniéndolo en el actual UMSCA (United States, Mexico, Canadá Agreement)[5]. Sera interesante mencionar también: las desintegraciones dentro de la Unión Europea encabezada por movimientos como el Brexit mismo; es preciso también mencionar el desfinanciamiento por parte de la Organización Mundial de la Salud por parte de la misma administración Trump y su consecuente desprestigio a la misma; o los conflictos de intereses contrapuestos en los últimos meses respecto a la producción de crudo en el marco de la OPEP-Rusia-EEUU.  La integración, el globalismo, la interdependencia, quedaron como mencionamos más arriba, bajo un pesado estado de descomposición.

Actualizar paradigmas.

Evidentemente, frente al golpe de la pandemia en territorio nacional, y haciendo previa lectura de un contexto mundial hostil y francamente no-operativo, tenemos que efectivizar el cambio de desenvolvimiento en el mapa internacional. En ese sentido plantearse la posibilidad de la adopción de nuevos vectores (en el sentido literal: dirección y sentido) para nuestra política exterior, y para nuestro desenvolvimiento en el plano interno nacional.

Normalmente se “cambia algo” o se “adopta algo nuevo” cuando determinado mecanismo no funciona o no se desempeña correctamente. Entonces, la pregunta que debemos hacernos es ¿la política exterior[6] argentina, sus relaciones internacionales como Nación, estaban dotadas de una dirección y un sentido incorrectas con su entorno?

Lo cierto es que, la Presidencia durante Mauricio Macri, adopto una cosmovisión en materia internacional donde rigieron determinados preceptos (en efecto erróneos para su ambiente), entre ellos:

– Relevancia de las organizaciones internacionales: FMI, OEA, OMC, etc.
– Apostar por el libre comercio y la cooperación internacional.
– Entender las finanzas económicas bajo un juego de suma variable donde se llegaría a una armonía de intereses, y donde no existirían ganadores ni perdedores explícitamente.

Lo que bajo un nivel de abstracción muy amplio podría estar categorizado como una visión liberal, o neo-liberal para ser más precisos, del sistema internacional. El Estado (más que un actor generador de políticas estratégicas hacia determinados sectores, o receloso de sus intereses corporativos) fue una variable de ajuste bajo una visión fiscalista.

Esta ha sido, a mi punto de vista, una pésima lectura y ejecución política. Mas analizando que (como bien describimos), desde hace por lo menos 10 años, el mundo vive otros ritmos, y que las experiencias vividas  solo vienen a ratificarlo.

En síntesis: la política exterior de la pasada gestión vivió atrasada 20 años (ni siquiera el ascenso de Trump, con la natural suba de tasas de interés referencial de la FED y la complicaciones que esto trajo en materia de créditos, hizo cambiar la orientación).

Viviendo el 2020: actualización de visiones y paradigmas.

La nueva Administración Argentina, desde finales de 2019, vino a entender a las relaciones internacionales y a la sociedad en si desde otro punto de vista (punto de vista que se vio acentuado con el rotundo posicionamiento como Estado frente a la pandemia mundial).  

Una visión donde se prioriza los intereses nacionales, donde se prioriza la vida de los ciudadanos argentinos y la sostenibilidad del sistema sanitario (como precisamente se vio en nuestras primeras páginas, donde fue necesario revisar porque la actual administración entendió la necesidad de un giro llevado a la práctica), reflejado en medidas concisas en respuesta coherente y consonante a cómo vive el mundo. Donde se deduce, por ejemplo, que el pago de los vencimiento de intereses de deuda es algo que debe esperar —algo que dentro de la cosmovisión liberal sería inconcebible debido al respeto del Derecho Contractual Internacional como fundamento básico; debido, también, al respecto de los derechos individuales; y, a la ya citada, armonía de intereses—. 

En este sentido, la pandemia del COVID-19 actuó como un catalizador final y decisivo. La Republica Argentina no deberá volver a viejos e in-útiles preceptos internacionales, más bien, seguir la línea iniciada con la nueva administración y sus medidas tomadas (autonomía frente al FMI y bonistas, respuestas al COVID, etc)  frente a estas externalidades y consolidar nuevos vectores.

¿Proyectar un esquema con bases realistas?

Retomar, al menos, las bases de la teoría realista será, de esta forma, el conjunto de conceptos, principios, y preceptos, que servirán como herramientas operativas para desenvolverse en nuestra nueva realidad (si bien no como cuerpo doctrinario estricto, si como un marco de referencia valido)

A continuación, algunos puntos que aportaran a este nuevo esquema teórico para ser llevado a la práctica:

– El realismo político supone que la política, al igual que toda la sociedad, obedece a leyes objetivas que arraigan en la naturaleza humana (el humano no es un ser armónico).
– El elemento principal que permite al realismo político encontrar su rumbo en el panorama de la política internacional es el concepto de “interés”, definido en términos de “poder”. Los estadistas, piensan y actúan movidos por intereses que se traducen en poder.
– El realismo supone que su concepto clave de “interés” definido como “poder” es una categoría objetiva de validez universal, pero no otorga al concepto un significado inmutable. La idea de interés es la esencia de la política y resulta ajena a las circunstancias de tiempo y lugar.
– Una teoría realista de la política internacional, nos permitirá eludir dos falacias populares: la preocupación por las motivaciones y a la preocupación por las preferencias ideológicas.
– En el plano internacional no es exagerado decir que la propia estructura de las relaciones internacionales ha tendido a estar en desacuerdo con la realidad de la política internacional. Mientras la primera asume la “igualdad soberana” de todas las naciones, la última se caracteriza por una marcada desigualdad entre ellas.
– El realismo sostiene que los principios morales universales no pueden aplicarse a los actos de los Estados en una formulación abstracta y universal. Al contrario, el realismo considera a la prudencia como la suprema virtud en política (es decir, actuar midiendo la consecuencia).
– Distinción entre política interna y externa. Por más que se consideraba un tema teóricamente saldado, hoy (más que nunca) se aprecia el nivel de caótico anarquismo que existe en el sistema-mundo y por lo tanto una in-gobernanza (que en su momento se había fijado bajo el eje EEUU-Rusia-China).
(Extraído de: “Principios del Realismo Político”,  en: “Política entre las Naciones”-
Hans Morgenthau 1948.)

En definitiva: pensar en clave de defensa nacional [7]. Y en ese sentido, pensar y esquematizar un modelo de relaciones internacionales y sociales, esencialmente, contemporáneas. Como vimos, la República Argentina comenzó a adoptar algunas posturas y medidas (fundamentalmente en respuestas a la pandemia mundial) que podrían ser leídos bajo una cosmovisión realista. Pero hará falta mucho más para asegurar una defensa acérrima de “lo nuestro”. Deberemos estar provistos de la mayor cantidad de herramientas posibles para afrontar, lo que se avecina como una guerra de intereses, y en ese sentido, la consideración de los puntos anteriormente mencionados servirán, sin lugar a dudas, para enfrentarla. [8]


[1] Plan Estratégico de Respuesta Integrada al COVID-19. Administración de las medidas de aislamiento preventivo. Ministerio de Salud Argentina 2020.

[2]Según estimaciones del Ministerio de Salud, los casos (sin la aplicación del aislamiento social, preventivo y obligatorio) habrían sobrepasado los 40.000 casos para mediados de abril (vía multiplicador a criterio de la duplicación de los casos cada 3.3 días). Con dichas proyecciones, hoy se estarían ocupando + 83% de las camas públicas de terapia intensiva disponibles (si no es que acaso a una saturación de las mismas).

[3] En términos de “política comparada”, se pueden ver Estados sudamericanos (con características regionales parcialmente similares a la República Argentina respecto a PBI y ubicación geográfica), cuyas decisiones respecto al COVID-19 no fueron acordes con la situación ni efectivamente aplicadas a tiempo (cifras correspondiente a principios de mayo):

– Ecuador: 33.000 casos, 2700 fallecimientos.
– Brasil: 246.000 casos, +16.000 fallecimientos.
– Chile: 46.059 casos, +400 fallecimientos.
– Perú: +92.000 casos, +2600 fallecimientos.
– México: 49.000 casos, +5000 fallecimientos.
– Argentina: +8000 casos, +370 fallecimientos.
Si se es escéptico/a respecto al índice “casos”, tómese por referencia el índice “fallecimientos”.

[4] Toda la información de este apartado puede encontrarse en: https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad

[5] En: baenegocios.com/columnistas/Nacionalismos-de-exclusion-o-de-inclusion.-El-verdadero antagonismo-20200517-0028.html

[6] Aclaración conceptual: cuando hablo de “política exterior” en esta oportunidad, no quiero limitarme a la actuación de Cancillería, sino a la “Nación” en relación con lo “internacional” en un sentido más amplio, de allí que aclaro luego “Relaciones Internacionales como Nación”. 

[7] Para mayor profundización ver: “Relaciones Internacionales del Ejecutivo Nacional Argentino, Estado de Situación a Mayo de 2020: Deuda.”- Pereyra.

[8] Se plantea un desarrollo sobre las políticas, en materia fiscal y económica, que deberían ser tomadas en cuenta para un desenvolvimiento en el plano mayormente interno en: “Planificación en Acción.”-Pereyra.

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