UBA

La forma es el fondo

¿Qué Universidad defendemos?

Por Adrián Rey

En estos días se hizo viral un video publicado por las cuentas oficiales de la Universidad de Buenos Aires que solo en Twitter (X) tuvo más de un millón trescientas mil visualizaciones. El video muestra a un varón caminando solo por los edificios de las distintas facultades que componen a la UBA mientras reflexiona –con voz en off– sobre los profesionales que se formaron en las distintas casas de estudio y fueron actores claves en algunos momentos de su vida personal. La campaña se explica en el contexto del reclamo ante el gobierno nacional por el recorte presupuestario –vía congelamiento y licuación por inflación– que afecta a todas las universidades nacionales del país y que pone en serio riesgo su funcionamiento y, por ende, la cursada de los más de tres millones de estudiantes del sistema universitario argentino.

Cabe aclarar previamente que quien escribe se formó y se graduó en esta universidad y está completamente a favor del reclamo, sin peros. Dicho esto, la invitación es pensar la estrategia comunicacional y el mensaje de esta campaña, que a primera vista es un reclamo sectorial en defensa de la UBA (la campaña es por el presupuesto de la UBA solamente).

La estrategia comunicacional diseñada en función de objetivos políticos, nos ayuda a definir el metamensaje, el concepto de fondo que se quiere cristalizar, y las acciones comunicativas deben abonar a esos objetivos y al metamensaje que se quiere transmitir y consolidar. Nunca una acción debe contradecir, total o parcialmente, el concepto general al que se desea llegar. En palabras de Washington Uranga, los productos de una estrategia comunicacional “deben guardar coherencia con el derecho que se pretende alcanzar”. En este caso ¿se cumple esta premisa? Veamos: el texto que acompaña el video reza “Cuidemos lo que funciona. Cuidemos la UBA.”, entonces las preguntas que se desprenden de esta pieza tienen que ver con su forma: ¿Para qué funciona la UBA? ¿Para quiénes funciona la UBA? ¿Las universidades públicas sólo sirven para que lxs estudiantes se formen, se reciban y se desarrollen en su vida profesional de manera individual, autopercibiendose como un sujeto aislado de la sociedad? En otras palabras, ¿La UBA –y las universidades de todo el país– solo funcionan si sus graduados afectan de manera directa mi vida? ¿La UBA funciona porque mi odontóloga se recibió ahí?. Si la respuesta es sí, entonces vamos a estar dándole la razón al discurso libertario que sostiene que la educación es un costo (no solo para el Estado, un costo personal), porque se interpreta que quienes se gradúan usufructúan el saber formado en las UUNN solo para su propio interés. ¿Y si mi odontóloga no se recibió en una universidad pública? En tanto no haya profesionales recibidos en UUNN que afecten de manera directa mi vida ¿por qué debería usarse el erario público financiado con mis impuestos para pagarle el estudio a esas personas, si no me están “dando” nada?.

Un ejemplo de esta forma de ver la educación pública:

¿Por qué creo que se incurre en este error? Por un lado, un sesgo profundamente ideológico –que se jacta de ser aideológico–: el éxito del neoliberalismo como orden introyectado dentro de toda perspectiva de desarrollo personal exacerbando lo individual por sobre cualquier proyecto comunitario (germen del sálvese quien pueda), que luego deviene en un mensaje o campaña para intentar interpelar esa individualidad prefigurada del receptor. Por el otro, pensar que toda pieza de comunicación debe ser efectista, en otras palabras: canchera, moderna, estéticamente vendible. Cualidades del mensaje que refuerzan y retroalimentan el primer punto del párrafo. La estética elegida no es casual: tranquilamente el video podría terminar ofreciéndonos una gaseosa, un par de zapatillas o el servicio de una billetera virtual. Esto se debe, presupongo, a que el público apuntado es el mismo target al que apuntan las empresas que ofrecen esos productos. Pero ese público joven al que se busca interpelar ¿espera este tipo de comunicación de una institución centenaria con el prestigio de la UBA? ¿Absorbe un spot publicitario más, dentro de la jungla de la comunicación virtual, como un llamado a la acción o al simple consumo? Adivino que la inmensa mayoría (con suerte) simplemente se contentará con llenar el formulario que figura al pie del texto de las publicaciones. Si el objetivo es generar conciencia de la importancia que tiene la UBA para todxs, hay algo del mensaje que hace ruido: la forma.

Para tranquilidad de lxs realizadorxs, y de las personas que creemos que es importante que la UBA pueda seguir funcionando, el vídeo cumplió su objetivo: impacto y viralización. La complejidad del análisis se debe a que cumple con los niveles de incidencia (Uranga, 2016, p.11) de una estrategia de comunicación:
1) darle visibilidad a un tema
2) sensibilizar sobre un tema
3) instalar agenda sobre un tema
4) participar en la definición de políticas públicas (…)

Tal es así que lo compartieron personajes destacados de todos los sectores del arco político opositor al gobierno (UxP, UCR, JxC et al.), de la arena pública en general (artistas, influencers, etc) y hasta medios masivos.

¿Entonces qué?

Creo que el desafío está en crear un consenso, no solo dentro del arco político, si no con la sociedad, de la importancia estratégica de tener una educación superior pública, sin aranceles, de calidad e inclusiva para el desarrollo del país. Y si se quiere hablar en lenguaje libertario: la importancia para el desarrollo de un mercado que genere las divisas tan necesarias para la economía deteriorada en la que vivimos lxs argentinxs. Para ello, en lugar de reforzar ideas liberales sobre la inversión en educación, las energías puestas en la comunicación deberían apuntar a consolidar conceptos que expresen un proyecto para el futuro del país donde la universidad pública sea un factor crucial. Por ejemplo, ¿cómo sería este país sin universidad pública desarancelada? ¿Cuál es la diferencia en aportes impositivos de un profesional que se recibió en una UUNN y alguien que no? La economía argentina necesita a futuro más materia gris para ofrecerle al mundo, directa o indirectamente, a través de mano de obra agregada en productos y servicios exportables, y la universidad pública es un actor de vital importancia para ese objetivo. Si la importancia de las universidades para la sociedad radica únicamente en la injerencia de sus graduadxs en nuestras historias de vida, solo hace falta hacer invisible esa injerencia (como hace la periodista Liliana Franco en el video anterior) para que la educación superior carezca de importancia y la desfinanciación o la mercantilización quedan a tiro de un DNU. Sólo cuando exista ese consenso dentro de la sociedad -del rol que ocupa la educación pública en un proyecto común que genere esperanza de bienestar para todxs- no será necesario crear spots cancheros para interpelar a la juventud individualista -hipersensible e hiperinmovilizada- hija de capas de neoliberalismo acumulado.

Quizás la mejor defensa, en este sentido, que se hizo a la universidad pública en los medios fue paradójicamente en el programa de Esteban Trebucq en La Nación+. En la entrevista al ingeniero civil Raúl Bertero, el periodista se mostraba sorprendido de que una obra de infraestructura hecha por argentinos sea más sólida que una hecha en Estados Unidos. La respuesta es contundente aunque lamentablemente haya tenido mucho menos impacto en la discusión pública:

https://twitter.com/DataDiario/status/1772760893966749873

En el caso del puente Zárate Brazo Largo ¿Cuál es el aporte de la creación de la Universidad Obrera Nacional (actual UTN) –pública, sin aranceles y de calidad– para el desarrollo del país y su economía? ¿Cuántos puntos del PBI nacional se movilizaron por el puente desde su inauguración en 1977? Construir una conexión vial por la que se movilizan millones de personas y recursos con los cimientos suficientemente sólidos como para bancarse el embate de un carguero es quizá la mejor metáfora del aporte de la educación pública como pilar de un proyecto de país. Y existen pocas cosas más potentes para persuadir que una buena metáfora.

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