Planificación en acción

Por Emilio Pereyra Salvetti

En este breve artículo se plantea la necesidad de aportar algunos puntos que aspiren a garantizar la sustentabilidad de la macro-economía Argentina (en términos fiscales, financieros, monetarios, etc), hoy inmensamente comprometida por la situación internacional frente a la proliferación de la pandemia del COVID-19, y frente a la reestructuración de deuda extranjera con bonistas privados bajo legislación neoyorkina.

Es imperante entender que frente a este escenario será de vital importancia planear para transitar, y planear para superar la crisis actual. La planificación (entiéndase estatal)[1] será, de esta forma, nuestra unidad de análisis por excelencia, y estará regida y anclada por el concepto de defensa nacional[2]. Nuestro objetivo como fin de dicha planificación es pensar una batería de políticas contra-cíclicas para mitigar los efectos de la crisis mundial. De forma que, valga la redundancia, el “azar” debe estar impugnado del futuro programa a adoptar por nuestro Ejecutivo Nacional.

Los puntos son enumerados teniendo en cuenta que en todo modelo coherente, y sobre todo sustentable, se procede bajo la base de un patrón de partida doble, es decir lo que entra en el debe, debe salir por el haber, de forma que tal, que se apueste a la estabilidad y a evitar los recurrentes déficits en las cuentas tanto internas como externas (hoy fuertemente comprometidas). Ergo, se pretende el equilibrio fiscal como meta y objetivo prioritario.

Aclarado esto, se tiene que entender que (inexorablemente) en el corto plazo existirá la presencia de un profundo déficit fiscal (hoy estimado en +12%) y financiarlo será un asunto inmensamente complejo. De lo que estamos seguros es que, hoy, es inconcebible tener en cuenta al ajuste como una variable factible. En un contexto de “emergencia laboral y sanitaria”, deberá ser prioritario garantizar la vida y la dignidad humana por sobre el equilibrio fiscal.

Sera en el año 2021  (objetivos a mediano plazo) donde se deberían suplir los gastos onerosos efectuados durante el corriente año.  Esta compensación deberá hacerse para evitar, por todos los medios, una emulación a la caída prevista[3] para el presente año, y para conseguir el objetivo pretendido y ya mencionado: el equilibrio fiscal.

A corto plazo: stop and go

1) Correcta finalización del “Plan Estratégico de Respuesta Integrada al COVID-19”. En ese sentido, garantizar que la “nueva normalidad” cuide a nuestra población más vulnerable.

2) Sostener la ayuda social a sectores económicos más golpeados por al crisis.

3) Establecer rígidos controles de precios a mercados mayoristas, supermercadistas, y a cadenas de transporte.

4) Aumento (natural) del gasto público. Ejemplo: apostar por una implementación segura y responsable de: “Argentina Construye”. De concretarse, garantizaría, en un potencial escenario deseado, +700.000 puestos de trabajo.

5) Créditos a baja tasa[4].

6) Reestructuración de deudas intraestrado a privados que involucren procesos productivos industriales directos.

7) Garantizar autoabastecimiento de combustibles y energía, priorización del mercado interno. En ese sentido, sostener el barril criollo (BRENT) 45us$. De esa manera, ayudar al mantenimiento del rubro, hoy, facturando por debajo de costo.

8) Administrar la reducida cantidad de dólares que quedan en las reservas del BCRA para la imperativa necesidad de  garantizar la oferta de divisas para financiar importaciones. En ese sentido, establecer una “planificación de la Oferta a través de un Consejo de expertos que administre prioridades y restricciones en relación con el insumo difundido y escaso que son las divisas[5].

9) Establecer un tipo de cambio que garantice un suelo de estabilidad[6]. En ese sentido continuar con el estricto cepo cambiario, con los múltiples dólares paralelos, pero garantizando un esquema de devaluaciones temporales de la divisa oficial (bajo una modalidad Crawling Peg) que permita evitar la constante especulación frente a determinados escenarios internacionales. Lo que se pretende es: evitar los efectos traumáticos de bruscas devaluaciones y garantizar previsibilidad al sistema (al menos a corto plazo).

A partir de 2021: en búsqueda del equilibrio fiscal

10) Con la reestructuración de deuda, y viéndose efectivizado el canje: reorientación de presupuesto destinado a “pagos de intereses de deuda” a diversos gastos internos (sociales, de producción, etc). Garantizar un alivio en la balanza de pagos. Este punto es, en esencia, fundamental.

11) Evitar una escalada inflacionaria. Sera sin duda, junto con el anterior, el aspecto más problemático del año próximo. Frente a la estrangulación externa, se deberá incurrir lo menos posible a la emisión monetaria como método de financiar el déficit ocasionado en el 2020. Emitir a los niveles de déficit del corriente año ocasionaría una escalada en los precios de la economía no deseada.

12) Desarme parcial del régimen cambiario, para avanzar a un tipo de cambio sucio.

13) Suba impositiva a diversos sectores de alto patrimonio (de no concretarse en el año 2020). Impulsar “Impuesto a las Grandes Fortunas”, con su estricta modalidad de excepcionalidad.

14) Por la (probable) reactivación del comercio internacional, aplicación de retenciones móviles, en calidad de arancel a exportaciones, a la producción núcleo de la pampa húmeda (con picos excepcionales frente a la particular situación) y disociaciones que permitan asegurar precios accesibles al mercado interno. No descartar, la posibilidad de establecer un organismo regulador para la correcta implementación de esta medida[7] y garantizar un dialogo fluido con la mesa de enlace agrícola. Se debe entender que será una de las pocas fuentes de entradas de divisas para nuestra economía debido a nuestra compleja situación de estrangulación crediticia externa.

15) Frente a un mercado de crédito bloqueado, analizar y evaluar las posibles nuevas negociaciones con el Banco Mundial para la obtención de créditos para implementar inversiones en materia de Salud Pública.

16) Re-activación del comercio regional (vía Mercosur), hoy completamente paralizado, para garantizar una mayor fluidez del comercio dentro del bloque sudamericano. Viéndose en ventajas reales como: reducciones impositivas, ingreso de importaciones (fundamentalmente bienes de capital) con mayor agilidad y a menor costo, garantizar destino para nuestras exportaciones, etc.

Conclusión

Entiéndase que lo que se pretendió, más que un programa sistemático y metódico, es engrosar al aporte teórico de algunas políticas que entran en un marco deseable de implementación para garantizar el orden y organización a la comunidad argentina (de hecho, algunas de ellas, en curso de implementación). Lo que necesita el/la argentina/o es estabilidad. Parar, y volver a arrancar. Eso significa: volver a trabajar, volver a abrir sus persianas, y volver a operar en una economía con tracción. Para eso, dividir en dos etapas planificadas, 2020-2021, será fundamental para concluir que después del gasto, viene la recaudación. Solo de esta forma, se podrán encarar los años 2022-2023 con pretensiones de crecimiento sostenible y perdurable. 


[1] Según RAE: “plan general, metódicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado”.

[2] Ver: “Relaciones Internacionales del Ejecutivo Nacional Argentino, Estado de Situación a Mayo de 2020: Deuda”.-Pereyra.

[3] Se espera una caída de alrededor de 6 % del PBI durante el año 2020. La última vez que el país tuvo una caída semejante se produjo en el año 2009, cuando repercutía el coletazo de la Crisis de 2008. La diferencia es que, en aquel entonces, gozábamos de precios de materias primas altos y cierta estabilidad, situación para nada comparable a la actual.

[4]“Estimación del impacto del coronavirus en Argentina 2020”. Por: Dr. Guillermo Oglietti, Mg. Nicolás Oliva y Mg. James Mencías.

[5] En: https://www.baenegocios.com/columnistas/Panes-y-pecescomo-siempre-20200419-0020.html

[6] Este régimen, debería ser utilizado solo durante el corriente año y bajo un, más que estricto, control estatal para evitar movimientos golondrina. No es un régimen planteado para un modelo sustentable.

[7] Desde 1946, hasta 1955, funciono en la República Argentina el “Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI)”. Fue un ente público que tenía como finalidad centralizar el comercio exterior y transferir recursos entre los diferentes sectores de la economía.

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