rosario

Hay poco dinero pero hay muchas balas

-¿Están tirando fuegos artificiales?- preguntó Leandro a eso de las doce y media de la noche. Le hice una seña y tratamos de escuchar que pasaba. De repente la ansiedad comenzó a agobiarnos. El peligro nos provocó ese calor que sube como la temperatura en un termómetro. “Al menos 10 disparos” decían las placas del noticiero en la mañana siguiente. Los narcos dejaron al descubierto las fronteras invisibles que veíamos en Colombia: balearon la Escuela primaria Isabel la Católica, en Grandoli y Ayolas. El festival de fuegos artificiales que hubo esa noche entre las dos bandas quedó grabado en la puerta, la reja y hasta un pizarrón ubicado en la entrada.

Un mes después las escuelas José Mármol, de Barrio Ludueña; y Rosa Ziperovich, de Albert Sabin al 1100, fueron blanco de balas. El ruido de un disparo es particular. Nietzsche llamó al oído “el órgano del miedo”. Decía que se desarrollaba en la noche y en la penumbra de los bosques y oscuras cavernas, de acuerdo con el modo de vida de la era del temor. ¿Cuál es nuestro modo de vida frente al temor? ¿A que nos tenemos que acostumbrar?

La escuela es una segunda casa.
– Las paredes ya no contienen a los alumnos – explica una docente de Ludueña, con la impotencia hecha un nudo en la garganta.
Más de 4000 personas, entre ellas docentes, asistentes escolares e integrantes de la comunidad educativa de Rosario se movilizaron el pasado 11 de abril, hasta la sede de gobernación, para exigir una reunión con el Ministro de Seguridad.

Durante el 2021 hubo 244 homicidios. Durante el 2022 hubo 287. Este año llevamos un estimativo de 60 casos. Saco la calculadora del celular, es simple. En dos años y medio llevamos alrededor de 591 muertos por el narcotráfico. Un número de tres cifras. Un número gigante en el que no cuento los años anteriores.

¿Cómo se vive así? Es difícil ser adulto y explicar cosas. Es difícil ser adulto de por sí, y más ser responsable con lo que se dice. Los docentes tratan de hacer actividades donde los chicos puedan expresar lo que les pasa y los niños dibujan balaceras. Regalar armas para jugar ahora se convierte en debate. Toca preguntarnos cómo vuelve Bruce Willis a su casa a pasar navidad después de asesinar un edificio entero.

La ausencia no se puede poner en palabras. Son muchas las familias que hoy conviven con la ausencia de sus seres queridos. Reaprender a vivir sin una persona que querías y que todavía querés. Masticar la muerte mientras el humo tiñe de gris la ciudad. Plomo y humo: el negocio de matar.

Durante el acto en Plaza San Martín la directora de la escuela Jose Marmol agarró el micrófono para denunciar lo que estaba sucediendo. Es la primera vez que sube a un escenario político a opinar desde que es maestra. Tomó la palabra, ese acto de enfrentarse a ser responsable de lo que se piensa.

– Es un día difícil – comenzó – Fui a muchas marchas. No me siento feliz, hubiera querido hablar de otra manera -.

La mística de una marcha, con el agite y las ganas de cambiarlo todo saltando, transmite una energía hermosa y contagiosa. Caminar por quienes ya no pueden. Marchar por los que ya no están. Marchar para que no falte nadie, como un cordón humano, un circulo de protección. Pero ¿Hasta cuándo vamos a seguir peleando por un mundo más justo? El presente también debe ser habitable y disfrutable.

Terminada la jornada, casi llegado el mediodía, el Ministro respondió que no podía recibir a los docentes, pero que podría hacerlo el miércoles por la mañana. Por la tarde de ese martes anunció que por urgencias imprevistas debía suspender la reunión pero que a la brevedad confirmaría. El miércoles y el jueves volvieron a insistir pero no hubo respuesta. Las ausencias impactan y dejan marcas difíciles de olvidar.

Malena Martínez.

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