Nieva en Guantánamo
Por Federico Kaniucki
En su libro “Una teoría crítica desde la periferia sudamericana”, Marcelo Gullo plantea la existencia de dos categorías de Estados en el mundo: los subordinantes y los subordinados. Para los subordinados intentar fortalecer su autonomía conlleva una tensión latente entre el temor a las sanciones y represiones impuestas por el estado que los supedita y el deseo de alcanzar una mayor libertad. Dicho temor conduce inevitablemente al realismo colaboracionista o claudicante. A diferencia de los Estados poderosos que imponen su política sobre otros, los claudicantes o colaboracionistas carecen de poder. Entonces, corriendo el velo de la ficción jurídica en la cual todos los Estados son iguales ante la ley internacional, hay países con mayor influencia que pueden torcer e imponer su voluntad, dando lugar a que algunos se conviertan en objeto de la historia, estando ligados a una subordinación constante, siendo incapaces de forjar su propio rumbo.
Desde diciembre del 2023 los argentinos transitamos la consolidación del vasallaje a los intereses foráneos: la entrega de soberanía, la conversión a Estado objeto y la disminución de independencia política repercute en la calidad institucional de nuestro país. La renuncia a los BRICS, el abandono del Grupo de Puebla, los intentos de socavar al MERCOSUR, la genuflexa posición frente al Reino Unido y el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas, entre otras tantas definiciones, hacen que el gobierno argentino este cada vez más lejos de “integrarse al mundo” – al contrario de lo que manifiestan Milei, Mondino y Adorni – Nos quieren convertir en una colonia, en aquello que en la campaña del ballotage se avizoraba, ser un país bananero.
Ser una semicolonia – conservar nuestros mecanismos decisorios pero responder en términos políticos e ideológicos a otras potencias – menoscaba la calidad democrática y la soberanía nacional.
Argentina ocupa una posición geoestratégica única en el mundo: es un Estado ribereño donde el 72% de su territorio lo componen aguas como el Mar Argentino, el Mar de Weddell y el Océano Atlántico. Por esas aguas Argentina comercia el 80% de su intercambio con el mundo, funcionando como vía de acceso interoceánica entre el Atlántico y el Pacífico; es el país más austral del mundo y tiene la llave de la Antártida, último territorio del planeta en disputa donde ninguna nación puede ejercer sus derechos soberanos y donde existen una infinidad de recursos aún no explorados.
Por su extensión y proyección hacia el sur global, con el territorio de Malvinas ocupado y su soberanía suspendida – por ser el último enclave colonial ocupado por el Reino Unido de manera ilegítima en el Atlántico Sur – resulta esencial tener una mirada geopolítica que pueda contemplar la defensa y la protección de nuestros intereses soberanos, sin la injerencia de ninguna potencia extranjera.
Haciendo un breve recorrido de los últimos 100 días de gobierno, el cuarteto Milei, Mondino, Petri y Bullrich permitió la navegación del rompehielos RRS Sir David Attenborough con la bandera ilegal Kelper por el cabo Vírgenes hacia Chile; celebró un acuerdo con el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos para que controle la hidrovía del Río Paraná; no se posicionó respecto al anuncio del Reino Unido por su intención de extender en 166.000 Km2 su dominación ilegal sobre los espacios marítimos circundantes de las Islas Malvinas; utiliza el FONDEF para sus propios gastos de gobierno, robandoselo a las Fuerzas Armadas para su reequipamiento; empobrece al Personal Militar negando los aumentos debidos por el Plan de Jerarquización Salarial; busca pasar la motosierra y privatizar Fabricaciones Militares, la Fábrica Argentina de Aviones, TANDANOR, el Servicio Meteorológico Nacional y sólo en lo que va del 2024 ya despidieron 108 trabajadores del Ministerio de Defensa y unos centenares más de guarniciones y bases militares en todo el país.
Como agravio final va a intentar someter al instrumento militar de la nación a tareas policiales en Rosario, disolviendo la misión principal de defensa de la soberanía e incluyéndolos en tareas policiales como en México, donde la experiencia reciente nos indica que el efecto que producen las Fuerzas Armadas en el combate a civiles es calamitoso.
En este contexto de sometimiento y entrega, en la madrugada del viernes el presidente viajó a la ciudad de Ushuaia para realizar una cadena nacional con la General Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos.
¿Qué es el Comando Sur?
Estados Unidos en su ordenamiento militar estratégico y en su vocación de superpotencia tiene parcelado el mundo en cinco regiones: cada una de ellas cuenta con un general de alto rango a cargo, y todo medio militar, personal o complemento a las misiones que pase por la zona queda inmediatamente bajo sus órdenes. Quizás el más conocido o del que tenemos más noticias con frecuencia, es el Comando del Indo-Pacifico que abarca más de 260 millones de km2 y es donde se concentra el mayor despliegue de recursos estratégicos y humanos del país del norte, principalmente porque es el comando que tiene a su cargo la política militar en las regiones de China y de las principales bases navales de Rusia hacia el Pacífico.
La región Latinoamericana, excluyendo a México, responde operativamente al Comando Sur (USSOUTHCOM), que desde el año 2021 está a cargo de la General de cuatro estrellas Laura Richardson, vinculada al Partido Demócrata, ha tenido una trayectoria destacada en el ámbito político y militar. Durante su tiempo en la universidad, se desempeñó como asesora en asuntos de seguridad y defensa para Al Gore. Además, adquirió experiencia como piloto de helicópteros y participó de manera intermitente en las guerras de Irak y Afganistán.
El gobierno de los EE UU deja en claro cuales son sus prioridades estratégicas y contra quienes organiza e imparte su política y doctrina militar. Sus enemigos son China, Rusia, Irán y en menor medida Corea del Norte, y a diferencia del resto del mundo se enfoca exclusivamente en un escenario de conflictividad interestatal contra esas potencias que considera sus objetivos principales, mientras que la República Argentina en particular abandonó en 2009 su planeamiento por hipótesis de conflictos para concentrarse en el desarrollo por capacidades militares.
Estados Unidos busca a través de Richardson proyectar poder militar en el Atlántico Sur y en particular en la Antártida, ya que evalúan que será un terreno de disputa y conflictividad principalmente con China, pero también con sus aliados. Para ello, ubicar una base militar donde puedan desarrollar tareas de inteligencia sobre los movimientos de toda nave marítima, aérea o terrestre en el Atlántico Sur, como también suplir de asistencia logística a la base de OTAN en las Islas Malvinas constituye una enorme victoria política de Richardson y del Comando Sur, a su vez que resulta un sometimiento plebeyo de nuestra Nación que abandona casi 200 años de paz en el cono sur con sus países vecinos.
Para concluir, la cesión de territorio, soberanía y ubicación estratégica a la OTAN nos perjudica significativamente en varios aspectos:
El primero es nuestro reclamo por las Islas, ya que históricamente para el Reino Unido de Gran Bretaña el suministro logístico y el sostenimiento de sus actividades se volvía inconmensurablemente oneroso, trasladar desde Londres a la Isla de Ascensión y luego desde allí a Malvinas era sumamente costoso. Si la OTAN desarrolla su base militar y logística en Ushuaia no será más que un día de viaje en barco.
En segundo lugar, nos hace completamente dependientes de la coacción de Estados Unidos, ya sea ante el FMI, el Club de París, o cualquier organismo multilateral. Tener un enclave como Guantánamo en el sur de nuestro país hace que la correa desde donde nos tienen agarrados sea cada vez más corta y más tirante.
Y en tercer lugar afecta severamente a los habitantes de Ushuaia, ya que la condición “sine qua non” que exige Estados Unidos para el despliegue de su tropa es “inmunidad funcional” que impide que el país receptor pueda detener personal militar estadounidense, indagar sobre delitos cometidos y procesarlos en sus sistemas de justicia, es decir nada podríamos hacer si un soldado viola, roba o mata a un ciudadano argentino.
Algunas políticas del gobierno de Milei pueden ser malas o muy malas, muchas de ellas van a producir efectos de mediano y largo plazo sumamente negativos para los argentinos. Pero sin dudas que las decisiones geopolíticas y los alineamientos que busque crear el gobierno van a ser los más importantes a tener en cuenta ya que van a consolidar alianzas con países u organizaciones internacionales de las cuales nos va a costar mucho salir y encauzar en un proyecto latinoamericano y de paz.